En esta escena el Rey Arturo lo único que quiere es que sus caballeros permanezcan a salvo y no les ocurra
nada malo al igual que Jesús, él siempre oraba por sus discípulos, por su seguridad y vida.
Los dos tienen fe ciega y darían la vida por
sus seguidores y amigos y no dudan ni
un momento en que resultara efectivo.
Se diferencian en que Jesús podía protegerles el mismo,
pero Arturo no.
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